Fin de semana en el que la atención por los sucesos de Bombay requirieron todo nuestro esfuerzo.
A la inenarrable alegría de ver como todos los españoles presentes en tan angustiosas circunstancias hoy pueden contarlo, se une la indignación por las palabras de ciertos personajillos, que como siempre, no han sabido estar a la altura del cargo que ocupan, y que con sus palabras sólo parece que lamentan que la Presidenta de la Comunidad de Madrid haya salido con vida de aquel infierno y pueda contarlo.
Es muy fácil hablar detrás de un micrófono para decir tonterías.
Coincidí el sábado, con uno de los “supervivientes” del infierno asiático. Era el día siguiente de su retorno a Madrid. Estaba haciendo la compra en un centro comercial.. Estaba en la fila del supermercado, mientras el recogía sus compras y pagaba. Yo esperaba mi turno. Nos vimos y nos abrazamos,
“no te puedes imaginar como fue aquello. Tiros en todas direcciones, Me encontraba en el bar del hotel haciendo tiempo para la cena. Estaba sólo tomando una coca- cola y esperando a mis colegas..Y oí disparos por encima de mi cabeza y un gran estruendo. Instintivamente salté detrás de la barra y gracias a que un empleado del hotel que estaba allí conmigo me empujó hacia la cocina, pude salir. Tras salir de la barra hacia la cocina, en el lugar donde me había refugiado segundos antes, oí una gran explosión Corrí desorientado por la cocina y encontré la salida. No sabía que pasaba. Mi instinto de supervivencia y la ayuda inestimable del. empleado del hotel, me permitieron salvar la vida. Cientos de balas silbaban sobre mi cabeza y sólo pensaba en mi familia, en mis compañeros dentro del hotel. ¿qué sería de ellos? ¿habrían podido salir? Fueron unos segundos angustiosos. Los mas horribles de mi vida. Todos los que estaban en ese momento en el bar murieron. No hubo supervivientes Ahora aquí, en Madrid, pienso que todo ha sido un sueño, que no ha sido real.. Sigo mirando alrededor cuando salgo a la calle. Sólo han pasado 48 horas y ahora aquí, la vida es tan distinta. Soy tan afortunado
Cuando me lo contó se me saltaban las lágrimas y le abracé. Salió del centro comercial tras pagar su compra. Yo permanecí en mi sitio de la fila esperando mi turno. Un matrimonio mayor de trabajadores, de gente humilde, se dirigió a mí: disculpe pero no hemos podido evitar oir la conversación, y sólo podemos decirle que su amigo es un tipo excepcional. Todos los que allí estaban lo eran y esta sociedad siempre avanzará gracias a personas como ellos, que son las que hacen que tengamos fe en la condición humana”.
Este amigo, en efecto es una persona a la que profeso un gran cariño desde hace años. Ahora le admiro mucho más. Hombre de bien, familiar. Una persona de carne y hueso, como nosotros, como yo. Ha superado con éxito una situación dramática, ha visto la cara a la muerte, cuando no hacía otra cosa que trabajar, para su familia, para su empresa, para su comunidad y para su país. Y de vuelta a casa hace lo que siempre ha hecho, cuidar de su familia y de sus amigos y trabajar para salir adelante.
Es uno mas de los numerosos supervivientes españoles a la locura de Bombay. Lo es igual que lo es Esperanza Aguirre y todos los demás aunque no tenga el tirón mediático de la Presidenta de la Comunidad.
Según el innombrable secretario general del PSOE que este fin de semana ha acusado a Esperanza Aguirre de cobarde, mi amigo, también lo es. Todos lo son por intentar salvar la vida.
El tal Pepiño Blanco, hubiera actuado de otra manera. Habría hecho frente al comando de asesinos y con su labia y su capacidad de persuasión les hubiera hecho deponer las armas. Hubiera juntado a sus compañeros y todos juntos en un autobús hubieran abandonado la zona grupo. Juntos y en armonía.
Pues mira Pepino, no. El único cobarde en este momento eres tú. El único que va por la vida de listo, criticando situaciones y reacciones que nunca has tenido, gracias a Dios, porque nunca serás lo suficientemente hombre para afrontarlas, eres tú. Que usas tus influencias y tus cargos, para criticar, para colarte en las colas de los aeropuertos y para viajar en primera a costa del bolsillo de los españoles.
Es muy fácil hablar desde la distancia, criticar y lanzar calumnias. Es muy fácil provocar el aplauso de los descerebrados que todavía acuden a escuchar tus tonterías. Es muy fácil sentirse superman a cinco mil kilómetros de distancia. Pero mi amigo no es un cobarde por intentar salvar la vida. Los cientos de españoles que allí estuvieron tampoco lo son por esconderse en un malecón para que no les mataran. Y tampoco lo es Esperanza Aguirre por salir de aquel infierno con vida.
El único cobarde en esta película, todos tenemos claro quien es. Aquél que critica, desde la barrera y a muchos kilómetros de distancia lo que él nunca hubiera podido soportar.
Ni el desvío intencionado de la atención sobre asuntos calientes del día a día, ni la ocultación a la opinión pública de porqué ha tenido que ser un avión de las fuerzas aéreas francesas el que sacara de Bombay a nuestros compatriotas por la incapacidad de nuestros gobernantes de hacerlo, justifican las despreciables palabras de elemento tan prepotente e impresentable.
Agradecemos a Sarkozy su capacidad de resolución de problemas a la vez que lamentamos la de nuestros gobernantes, solamente preocupados por insultar, calumniar y a enfrentar a los españoles, con altos grados de cobardía personal y moral como el de tan nefasto personaje.