En primera persona y como una obra autobiográfica, escrita en los últimos momentos de su vida, Isabel la Católica, la Reina más importante de la historia de España, nos relata la historia de su vida. Primero en Castilla cuando ella era una niña, luego el reinado de su hermanastro, a continuación las intrigas de los partidarios de Juana la Beltraneja para hacerse con el poder y posteriormente su llegada al trono y los acontecimientos mas importantes de su reinado.
Desde el primer momento la lectura de este libro te enganchas por la sencillez y detallada descripción de los personajes que realiza el autor.
A Cesar Vidal, no es fácil describirle. Yo le incluiría dentro del apartado de “intelectual” aunque es muchas mas cosas. Es una de esas personas que no te puede dejar indiferente por la cantidad de conocimientos que posee y por la forma tan sencilla y pedagógica como los transmite.
En esta novela descubrimos a una Isabel de Castilla, en primera persona, con sus pensamientos y sus procesos decisorios. Es una persona cercana, con arraigados principios morales, luchadora por la libertad y por la justicia, totalmente dedicada y llena de pasión por el “trabajo que le había tocado hacer” aunque ello suponga en muchos casos sacrificios personales y familiares enormes.
Aparece un pasaje, tras el nacimiento de su hija Isabel, “aquella a la que mas quería” en la que la reina se hace mas humana aún y muestra toda la ternura de la que una madre es capaz, desposeída por tan sólo un instante de sus obligaciones de reina.
Para mi este es uno de los pasajes mas emotivos del libro, donde la Reina se pregunta porque no puede ser ella una simple esposa y madre dedicada a su familia y entregada en cuerpo y alma a ella.
Son tan sólo unos instantes de “debilidad” tras los que Isabel de Castilla regresa a su papel de Reina y a sus obligaciones, que nada le harán evitar. Ni sus numerosos partos, ni los fuertes dolores internos que siente, ni por supuesto las peores condiciones climatológicas de frío y lluvia que puedan presentarse, nada será excusa suficiente para tomarse un respiro en sus obligaciones.
Isabel, la reina, siempre estará junto a sus soldados y siempre tendrá presente que es Dios a través de su divina providencia quien guía sus pasos y quien la protege.
Consciente de las debilidades de su esposo Fernando de Aragón, ello no hace sino aumentar el amor y el respeto que siente por su marido, al que sabrá proponerle los asuntos delicados de manera que no perturben su relación, aunque el interés y la unidad de España siempre prevalecerán por encima de cualquier otra consideración.
Financiadora de los sueños de Colón, supo ver en aquel navegante, que había algo que requería de su esfuerzo y apoyo. Nunca le movieron ni el ansia de riquezas ni el ansia expansionista, sólo la unidad de España era su obsesión. La fe católica que la impulsaba encontró nuevas áreas de expansión en los nuevos mundos descubiertos y ello le hacía sentirse orgullosa.
Luchó contra las injusticias cometidas hacia los habitantes de los nuevos territorios conquistados para la corona de Castilla al otro lado del océano. Habitantes por los que sentía un cariño especial, como el que sienten las personas adultas, que sin esperarlo y después de muchos años reciben la bendición de un hijo. Así se sentía la reina de Castilla.
Luchó siempre teniendo en mente la unión de España y el amor hacia su Señor.
Es un libro que se lee casi sin darse cuenta, que nos enseña a conocer a los verdaderos protagonistas de nuestra historia, y que una vez terminado apetece volver a releer para no perder ningún detalle o para memorizar algún pasaje.