Hace unos días tuve la suerte de disfrutar uno de los mejores partidos de fútbol que he visto en mi vida. Fue el Liverpool-Arsenal. Fútbol grandioso, espectacular, imparable, de una portería a la otra, sin tiempo para el respiro. Una hinchada única, cantando, disfrutando en directo de algo inigualable.
Unos jugadores, auténticos atletas, corriendo sin desmayo, aplicándose a la tarea de marcar un gol mas que sus adversarios, sin racanear por el resultado, sin perder tiempo, sin hacer teatro. Con entradas fuertes pero nobles. Ni un mal gesto, ni una mala cara, ni una protesta al árbitro, que pasó desapercibido.
Fueron noventa minutos grandiosos. Muchos de los actores de tan precioso espectáculo, eran compatriotas nuestros, emigrantes del balón, auténticos ídolos locales en los prestigiosos clubs en los que desarrollan la profesión mas bonita del mundo.
Todos querríamos haber estado allí, todos querríamos haber jugado ese partido y oír nuestro nombre en los cánticos de los aficionados, pero casi se puede decir que lo conseguimos. Porque uno de los nuestros, un madrileño con cara de niño y aspecto fornido, aquí es el “Niño”, allí le llaman “Kidd”, ha encontrado en este fútbol, lo que en nuestro país no acababa de conseguir. Ha madurado y se está convirtiendo en uno de los mejores delanteros centros del mundo. Ël tuvo el honor de marcar el gol mas importante, el que rompía la igualada, el que hizo levantarse a los miles de aficionados en directo de sus asientos y a los millones que lo veíamos por la tele nos hizo saltar y gritar como nunca lo habíamos hecho, con una mezcla de casta, orgullo y pasión. Fernando Torres nos hizo soñar,. El y sus compañeros y rivales del partido, nos hicieron volver a comprender, que no hay espectáculo mas grandioso que el del fútbol.
Y cuando parecía que no se podía vivir nada igual, cuando creíamos haber visto el partido de nuestra vida, se nos presenta el Getafe ante el imponente Bayern, la bestia negra de los equipos españoles.
El alma en vilo, la ilusión desbordada, agarrados al mando de la tele para no perder detalle, concentrados con unos jugadores que hasta ahora no habían sido nuestros favoritos, pero que a partir de hoy lo son.
Cinco minutos, y expulsión, somos uno menos, esto parece la hecatombe. El grande se comerá al pequeño, la adrenalina baja el diapasón y está bajo mínimos. Nos cambia el humor, y nos ponemos tristes.
Pero el Getafe, ese equipo, hecho de auténticos hombres, empieza a jugar, no se encierra, se coloca y ataca con cabeza. Contra-ataca y nos empieza a devolver la ilusión, y de repente, ¡zas! Nuestro jugador de ataque cojea, se lesiona, ha de ser retirado.
Volvemos a enmudecer, el día no acompaña. Llueve copiosamente en la calle y en nuestras almas de jugadores.
Pero pronto sale el sol y el Getafe, vuelve a manejar el balón. Es una lucha del orgullo, del creer en tus posibilidades. En frente el ciclón, la prepotencia y el orgullo del que se cree superior.
Y surge de nuevo el gladiador, el héroe de Munich. Y sueña que es Maradona y mete el gol que podría haber sido el de su vida.
El campo salta, Getafe grita, todos los que estamos en casa gritamos como posesos, suenan bocinas en las calles, ya no importa la lluvia, nos abrazamos. ¡El milagro es posible!.
Resistencia numantina no exenta de calidad técnica. Inferioridad numérica tras la expulsión, pero vibramos, dominamos y vemos que es posible. Somos millones empujando al Getafe
Sólo un minuto, para que esto se acabe y se cumplan los sueños. ¡Dios mio! Que largo es un minuto,
Y de nuevo, ¡zas! vuelve la lluvia a nuestras ilusiones, nos empatan y ¡ahora la prórroga ante estos tanques y con uno menos! .!Esto es imposible, que mala suerte, que injusticia!! Pero como se ha luchado! No importa, hemos dado un ejemplo de pundonor, de casta.
Comienza la prórroga y David se come a Goliat. No una, sino dos veces, con clase, con pundonor, poniendo el corazón en cada bola que empujamos todos los españoles.
Saltamos de nuevo, gritamos, nos desahogamos, volvemos a sentir escalofríos, tensión, pasión, ¡que stress! Esto está ganado, sólo queda un minuto, Dios mío, otra vez un minuto, ¡que largo es un minuto, cuanto duran sesenta segundos!
Y otra vez ¡ zas!
¡No me lo puedo creer!,! no he visto una cosa igual! , ¡esto es increíble! ¡Con lo bien que hemos jugado! ¡hemos tenido todo en contra!
Nos derrumbamos, nos entristecemos, no nos movemos del sitio, queremos llorar, queremos…. No se que queremos. Adrenalina en estado puro. Esto es el fútbol. Esto es el mejor espectáculo del mundo.
Hoy todos somos el Getafe, ayer todos éramos Fernando Torres.
Ayer todos andábamos sonrientes al cumplir un sueño. Hoy estamos tristes, aunque orgullosos. Hemos vuelto a la realidad. ¡Los sueños son tan difíciles!
Ayer soñamos despiertos y hoy nos despertamos soñando ¿ Hay algo comparable a esto?