Alberto Vázquez –Figueroa, es un conocido novelista español, nacido en el año 1936 en Santa Cruz de Tenerife. Por motivos políticos su familia se exilió a África cuando él contaba menos de un año de edad, pasando su juventud en el Sahara, lo que ha marcado su carrera narrativa.
Hoy voy a hablar de su obra Tuareg escrita en 1980. Narra las la historia de un noble Tuareg llamado Gacel Sayah.
El pueblo Tuareg, hace de la hospitalidad de sus visitantes una de las normas básicas de su filosofía de vida. Es una costumbre milenaria transmitida de generación en generación y de la que el pueblo tuareg se siente orgulloso. Los tuaregs son una raza orgullosa de su existencia y sobre todo de su libertad, desplazándose a lo largo del desierto, viviendo siempre de manera nómada, sin ataduras, siendo dueños de su propia vida y desafiando la dureza del desierto, con la compañía de sus imprescindibles camellos.
Cualquier tuareg está “obligado” a dar hospitalidad al que se la solicite, incluidos sus enemigos, y durante su estancia, serán sus huéspedes y velará por su seguridad.
Gacel recibe la solicitud de hospitalidad de dos visitantes del desierto a los que no conoce. Cuando se encuentran disfrutando de dicha hospitalidad, reciben una inesperada visita y uno de sus huéspedes es asesinado, siendo secuestrado su acompañante.
Gacel siente que los principios básicos de su filosofía de vida han sido violados y abandona a su familia para ir en busca de los asesinos de su huésped y para tratar de liberar al otro desconocido visitante.
La novela nos describe el estilo de vida y los principios de los tuaregs así como la dureza y adaptación de su vida al desierto.
Es un precioso canto a la grandiosidad del desierto y a la adaptación del hombre al mismo.
Gacel no cesa en su empeño, y en muchos momentos se sentirá un “extraño” en su propia nación, concepto que él no entiende, así como tampoco el significado de las fronteras, ya que los tuaregs son un pueblo libre, y el desierto es tierra.
Para él la vida es el disfrutar de la belleza del desierto junto a los suyos y el sentir la libertad y el orgullo de su estirpe.
Gacel no duda en pasar por encima de cualquier penalidad para cumplir con su conciencia y devolver el daño sufrido en su honor, y para cumplir su “misión” realizará “imposibles hazañas” que harán de él una leyenda. Admirado no sólo por los suyos, sino también por sus propios enemigos.
Es una bonita historia, donde descubrimos la grandeza de los valores y de la defensa de los principios milenarios y donde aprendemos a conocer a ese gran y desconocido continente africano, cercano en el mapa, pero tan diferente en sus costumbres, a todo lo que nos rodea, enseñándonos una forma de vida y de entender la propia existencia, que nos lleva a plantearnos el sentido de nuestro frenético ritmo de vida, la diferencia de nuestros valores, las consecuencias del progreso y del abandono de la naturaleza, y en definitiva, el sentido de nuestra propia existencia.Recomiendo este libro de fácil lectura, y que “engancha” desde la primera página, siendo un canto al valor y a la defensa de los principios.